Sentí repudio, casi asco, por esa gente y su incansable actividad repetida. Aparecieron muchas veces, arriba, en los bordes. Estar en una isla habitada por fantasmas artificiales era la más insoportable de las pesadillas; estar enamorado de una de esas imágenes era peor que estar enamorado de un fantasma (tal vez siempre hemos querido que la persona amada tenga una existencia de fantasma).
Adolfo Bioy Casares | La invención de Morel, 1940
miércoles, 1 de julio de 2015
Fantasmas artificiales
Etiquetas:
Ecos,
Otras vidas
Suscribirse a:
Entradas (Atom)